La historia de la humanidad hace referencia en infinidad de ocasiones a hechos, avistamientos y rarezas que pueden dar la pauta de que siempre hemos sido visitados por seres de otros planetas, dimensiones, viajeros del tiempo, como más les guste pensar.

La visión de Ezequiel
La visión de Ezequiel

Desde el antiguo Egipto nos llega una inscripción relatando como un faraón fue acosado por dos círculos de fuego, en un cielo nocturno, mientras comandaba su ejército. La Biblia nos trae el libro de Ezequiel que nos decía: “…los cielos se abrieron, y ví visiones de Dios…en el centro del fuego una cosa que parecía como el fulgor del electro…” Divisó seres vivientes que los vió semejantes a “…carbones de fuego encendido..” Sobre la cabeza de esos seres: “vi la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre esta especie de trono había uno que parecía un hombre sentado sobre él...” “Esta visión era como la imagen de la gloria de Yavé y cuando yo la vi, caí sobre mi rostro y oí voz de uno que hablaba“. ¿Pudo Ezequiel haber entrado en contacto con una nave y con su piloto a quién confundió con Yavé? En los cielos antiguos las civilizaciones daban distintos nombres a las extrañas cosas que zurcaban el cielo, los asirios pensaban que eran toros voladores, los árabes caballos voladores, los romanos escudos y lanzas voladores. El emperador Constantino vió una cruz en el cielo antes de una batalla, esto lo convenció de convertirse al cristianismo y así cambiar considerablemente la historia. De igual manera los chinos creían ver dragones luminosos, carros aéreos de dos o tres pisos eran vistos por los hindúes, en Norteamerica los indios veían canoas, y en el resto del planeta se reportaba la visión de demonios, dioses o monstruos lumínicos. Tampoco podemos olvidarnos la cantidad de avistamientos durante las dos guerras mundiales donde siempre se confundían con algún arma secreta del enemigo, siendos los más recordados los llamados Foo Fighters de la segunda guerra.

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Kenneth Arnold

Pero, a pesar de la infinidad de antecedentes históricos, la ufología como tal comenzó en 1947, año en el que se produjeron gran cantidad de avistamientos. Y uno en particular fue la piedra fundamental, el protagonizado por Kenneth Arnold. Arnold era un próspero hombre de negocios de la ciudad de Bloise (Idaho), muy respetado y con fama de honesto y serio en toda la región. Experimentado piloto y miembro fundador de la Asociación de Pilotos de Búsqueda y Rescate de Idaho, el 24 de junio de 1947 se hallaba abocado a la localización de un avión de transporte C-46 del cuerpo de Infantería de Marina que se había estrellado un mes y medio antes con el saldo de 32 marinos perecidos en el accidente. Así lo contaba Arnold: “Volaba en un día hermoso y no había una sola nube en el cielo. Me aproximé al Monte Rainer volando a una altura de 11.000 pies (3.500 metros) y al efectuar un giro de 180º un tremendo destello apareció en el cielo. Iluminó toda la avioneta, inclusive la cabina. Aquel brillante destello provenía de un grupo de objetos que estaban a lo lejos, hacia el norte del Monte Rainer. Aquellos objetos eran de un tamaño considerable, conté hasta nueve. Los aparatos se balanceaban, parecían volar tan fácilmente de lado como en posición plana… Calculé que su diámetro era de unos 30 metros y me sorprendió mucho que no tuviesen cola. Cuando despedían aquel destello parecían ser completamente redondos y de plano o de lado se veían muy delgados… Y por entonces ya estaba seguro de que aquella extraña formación de aparatos volaba a más de mil millas por hora (más de 1.600 km. por hora)”.

Dibujo de que vió Arnold
Dibujo de lo que vió Arnold en el cielo

Concluido el vuelo Arnold dio notificación del hecho a las autoridades, y al día siguiente la prensa mundial se encargó de difundir la noticia con lujo de detalles. De la noche a la mañana Arnold era casi una celebridad y daba constantes entrevistas. Y fue precisamente de uno de estos reportajes de donde surgió el término “plato o platillo volador” tan difundido en el mundo. El periodista Bill Bequette, de la United Press fue el encargado de difundirlo en los medio de Estados Unidos ante la siguiente respuesta de Arnold a una de sus preguntas: “Volaban de una manera caprichosa, como cuando usted lanza un platillo sobre el agua, que va rebotando sobre ella”. A pesar del término platillo vale aclarar que Arnold siempre dijo que los aparatos que vió ese día tenían forma de bumerang.

Pero a pesar de ser este el origen del término “platillo” a nivel mundial, no fue la primera vez que se utilizó. El 24 de enero de 1878 en Texas un campesino declaraba al periódico Denison Daily News sobre la evolución de un objeto sobre el cielo de sus campos y al cual podía describirlo diciendo que era algo comparable a un gran platillo que flotase en el aire. La noticia solo ocupo un pequeño espacio en el diario local y quedo en el olvido.

Pero el avistaje de Arnold no fue el único ocurrido durante el mes de junio. El 21 de junio de 1947, los habitantes de Spokane, Washington, reportaron haber visto 8 objetos con forma de disco, del tamaño de una casa, volando a unos 900 km/h. Lo extraño es que repentinamente estos objetos se detuvieron y descendieron lentamente, aterrizando sobre la orilla de un río ante la presencia de 10 personas. El 23 de Junio, en Cedar Rapids, Iowa, un ingeniero ferroviario vio 10 objetos voladores movedizos y brillantes con forma de disco. El mismo día, el piloto Richard Rankin vio una formación de 10 objetos, en Bakersfield, California. Los objetos volaban hacia el norte y también tenían forma de disco.

Pero tal vez el caso más impresionante fue el que ocurrió en las aguas de la isla de Maury, en Tacoma, estado de Washington. El 21 de junio de 1947 el guarda costero Harold Dahl patrullaba la zona en su lancha acompañado de dos marineros, su hijo y un perro. Durante la travesía Harold levanta la vista y observa seis enormes objetos con forma de rosquilla. Uno de los aparatos ocupaba la posición central, rodeado por los otros cinco, dando la impresión de estar en problemas. Los objetos descendían y el del centro daba la impresión de no poder mantenerse en el aire, llegando todos a estar a 60 metros del agua. Dahl comprobó que eran de gran tamaño, unos 30 metros por lo menos. Uno de los cinco objetos que rodeaban al del centro se aproxima a éste, llegando a tocarlo. En ese instante se oyó un estampido y del centro de la nave en dificultades brotó una sustancia semejante a miles de periódicos que cayesen sobre la playa y la embarcación. Lo que parecían periódicos resultaron ser un metal blanco ligerísimo, pero con él se produjo una lluvia de fragmentos pétreos que Dahl describió como rocas volcánicas. Causaron daños en partes de la lancha, uno de ellos mató al perro e hirió gravemente en el brazo al niño. De repente la lluvia cesó y los asustados testigos vieron como los objetos adoptaron la forma original, rodeando a uno central, se elevaron en el cielo y desaparecieron sobre el mar. Dahl reportó a sus superiores lo acontecido y se lo tomó por visionario, pero en su poder tenía partes del metal y rocas caídos, además de fotografía tomadas con la cámara de la lancha.

Enterado del suceso, y a posterior de su propia experiencia, Kenneth Arnold se trasladó a Maury para entrevistarse con Dahl y estudiar el caso personalmente. Pero al mismo tiempo arribaron el teniente Brown y el capitán Davidson, de la Información Militar. Tras entrevistarse con Dahl y con Arnold requisaron los fragmentos de metal y rocas, al igual que las fotografías y negativos. Partieron raudamente en un bombardero B-25 con destino a Washington pero su viaje durarían tan solo 20 minutos, ya que tras el incendio de su motor izquierdo el avión se estrelló y ambos murieron. Por supuesto entre los restos del avión no se encontraron los elementos de prueba de este excepcional caso. Muy poco tiempo después Dahl pareció haber sido “silenciado” ya que desapareció de Tacoma y nunca más se supo de él. Más recientemente los hijos de Dahl han afirmado que el suceso jamás ocurrió pero no han logrado convencer a la comunidad ufológica.

Desde Horionis queremos saludar a todos los ufólogos que hipotecan su vida en busca de la verdad de esta apasionante realidad que, solo por ahora, se nos es esquiva.

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